IMAGEN
Que mal huele esta oficina y que desordenada ha estado últimamente, pensó Gabriel, sentado en su sillón de cuero negro con las manos cruzadas detrás de la cabeza, piernas estiradas sobre el escritorio mirando sin mirar al frente.
Es que el último semestre había sido fatal para la “Consultora Centenario”, el trabajo había mermado y como si eso fuese poco, los clientes más importantes no estaban satisfechos con los servicios prestados.
Apenas dos meses atrás la Petrolera Brasilera PETROLINE había rescindido los contratos de trabajo que firmara con el personal seleccionado por la consultora del Ing. Gabriel Méndez.
El motivo, “el personal recomendado no cumple con los requisitos solicitados”. Y en media hora llegarían, puntualmente, los de la revista “Las Rosas” para presentar sus respectivas quejas.
El teléfono ya no suena como meses atrás y lo que mas preocupaba a Gabriel, no era la caída de facturación ni el aumento de los gastos fijos, ni siquiera haber perdido los dos últimos juicios laborales, que le costaran el departamentito del centro y los últimos ahorros en efectivo que tenia. Lo que más preocupaba y angustiaba a Gabriel era la pérdida de imagen, para él y su empresa el lema era “La imagen es todo”….
De ahí la obsesión por la selección de su personal quien posteriormente serian responsables de evaluar, analizar, seleccionar y por fin recomendar el sujeto o grupo a las distintas empresas que solicitaban los servicios de la consultora.
Gabriel Méndez nunca llegaba a leer más del tercer renglón del Curriculum que tenía en frente de sus ojos, para Gabriel si era mujer, tenis menos de treinta años y era soltera, estaba contratada.
Luego vendría la segunda y tercer fase final del proceso de selección.
En la segunda, la miraría traspasar la puerta, caminar de frente los tres metros que separaban la entrada se su escritorio, como estaba vestida, como combinaba los colores, la gravedad de la curvas de su cuerpo y el aroma a perfume que dejaría al acercarse, luego solo la vería irse.
La tercer fase y final seria cundo Gabriel juntara toda las “fichas” de solicitudes del último mes en una reunión privada en el bar de su primo Nicolás.
Las dos “fichas” que quedaran en la mesa de Gabriel después de las tres de la mañana serian las incorporadas al plantel estable.
Quizá por este método tan particular de selección de personal que tenia Gabriel se hacía tan conflictiva y tediosa la convivencia en las oficinas de la calle Córdoba casi esquina Francia, sobre todo los lunes..
A las nueve en punto golpearon la puerta del despacho de Gabriel, eran los editores de “Las Rosas”, Melina y Agustín Villafañe, dos hermanos que además de dirigir la revista dirigían el multimedios “La Capital”, monopolios de medios de la ciudad de Córdoba.
Meses atrás “Las Rosas” había solicitado a la consultora la selección y análisis de personal para cubrir el puesto vacante de “redactor en jefe” o “jefe de redacción” como le gustaba decir a Melina Villafañe.
Pero hoy no asistían para solicitar personal, sino para presentar formalmente sus quejas y las debidas explicaciones del caso, si las había, porque Martin Sedan llevaría en poco tiempo más a la quiebra a la revista, no solo por su inoperancia en el cargo sino por su comportamiento liberal y promiscuo.
Martin había sido entrevistada por Andrea Callejas una profesional recién recibida que apenas traspasar la puerta del despacho de Gabriel se transformo en su preferida.
El caminar felino, sostenido por sus largas y flacas piernas, el cabello negro olivo en contraste con la blanca piel y los pechos sugerentes que asomaban del exagerado escote, hicieron su propio trabajo de selección.
Semanas después estaba frente a Martin Sedan dejándose seducir por la sonrisa brillante y sana, por la mirada de azul tranparente y la verba melosa del joven.
Al igual que Gabriel, Andrea no supo o no pudo pasar del tercer renglón de la curricula de Martin, antes de la media hora de la entrevista el joven ya estaba seleccionado y Andrea con una sonrisita nerviosa y un húmedo apretón de manos lo despedís del despacho.
Martin Sedan se había presentado a la entrevista de trabajo con pocos lauros en su haber, su juventud no le permitía más que un secundario completo, una licenciatura en comunicación social incompleta y un viaje alrededor del mundo pagado por sus padres como premio a la culminación del ciclo secundario sin materias previas. Con esta experiencia y una seducción irrefutable logro que la licenciada Andrea Callejas le otorgara el puesto solicitado.
Martin ingreso a la revista el lunes dos de marzo, el aire acondicionado del edificio calmo en pocos segundos el sopor que traía de la calle. Minutos después lo recibía Agustín para darle la bienvenida y ponerlo en funciones.
Antes de medio día ya estaba instalado en su escritorio, cuando acompañada de Agustín entro al despacho Isabel Acuña, su nueva secretaria personal.
En poco tiempo la popularidad de Martin creció a niveles sorprendentes. Las reuniones de editorial cada vez más frecuentes y los temas políticos y sociales girando hacia temas del espectáculo y vanidades llamaron poderosamente la atención de los directores. El jefe de redacción se estaba volviendo incontrolable.
Ya no venia temprano a trabajar, mas bien lo hacia después de medio día, nunca se retiraba a las seis con la mayoría de los empleados, mas bien se quedaba hasta altas horas de la noche, más preciso, es decir, hasta la madrugada.
Martin propuso a un grupo selecto de periodistas cambiar el horario de trabajo, de esta manera podrían cubrir mejor los eventos que se realizaban en los resto y bares de moda, donde concurría la farándula local.
A las diecinueve horas, ya cerrado el edificio, Martin encargaba bocaditos y bebidas al bar “El Cairo” que quedaba frente al edificio, comenzaba así la jornada de “trabajo”. Para las diez de la noche, el alcohol y el sushi tomaban protagonismo, para las doce la música y el baile se adueñaban de las oficinas, para las dos de la mañana los protagonistas eran Martin y su elegida de turno para terminar la noche en su cama..
Así se sucedían las noches y los días en la prestigiosa editorial, hasta que el informe de ventas mensual llego al despacho de Agustín.
La estrepitosa caída de las ventas marcaba un sesenta por ciento menos que el bimestre anterior, la merma de facturación empezaban a hacer estragos en las finanzas del grupo. Claro que a Agustín más le preocupaba “el que dirán” que los magros ingresos.
“Esto se tiene que terminar”, grito Agustín a su hermana, exijo un cambio ya, los responsables son los de esa consultora mediocre y de mala muerte, quiero que lo soluciones de inmediato..
En el salón de reuniones, rodeando la mesa de nogal, se encontraban, encabezando la mesa Gabriel, a su derecha Agustín seguido por Melina y frente al titular de la consultora, parada, la licenciada Andrea Callejas.
Esto es un desastre dijo Agustín para romper el hielo, exijo una explicación.
-Andrea, Martin resulto un inoperante y su conducta estudiantil esta llevando a una quiebra segura a nuestros clientes. ¿En que basaste tu selección para el puesto?, ¿qué condiciones viste en Martin Sedan, para recomendarlo al puesto de jefe de redacción?, pregunto el ingeniero Méndez a su empleada.
Pasaron unos segundos interminables, insostenibles hasta que por fin con la voz quebrada Andrea dijo: “su IMAGEN era perfecta para el puesto”…
Cómplices del silencio, Agustín y Melina coincidían con el diagnóstico, mientras Gabriel sonriendo de lado, orgulloso de su elección no pudo contener la satisfacción de coincidir también… es que hoy “La imagen es todo…”
Roberto Moya